La filosofía y el filosofar

Hay quien dice que todos tenemos un poco de filósofos. La labor del pensamiento está en la reflexión, en la pregunta consante. Requiere de detenernos en algo y tratar de averiguar lo que está hasta el fondo. El filosofar es una búsqueda por los porqués, por los fundamentos.
Este cuestionamiento sobre el mundo requiere de un concentrarse y no dejarse distraer por lo que sucede en los alrededores. Suspender por un momento la avidez de novedades y no dejarse convencer por la ambigüedad como la última verdad.
El ejercicio filosófico es un ejercitar la mente y el espíritu. Parte del caracter escéptico (que duda de todo) y crítico (que no deja de preguntarse) de las personas. Es un no aceptar lo que está ahí dado, que parece evidente, pero que al rascarle, esa apariencia deja ver el verdadero trasfondo de lo real.
Filosofar es crear un mundo propio al poner en duda lo que preconcebimos. Filosofar en crearse a uno mismo y no dejarse llevar por lo que se dice es bueno, correcto, verdadero, bello, virtuoso, etc.
Filosofar es hacerse a uno mismo.

Zeta publicado por la Jornada

Fue a finales de 2003 que Lorra me convenció, por fin, después de varios años de enviar mis monos a la Jornada.En Diciembre recibí una llamada de Magú para decirme que quería platicar conmigo de mis tiras, así que fui a verlo al periódico. Fue una experiencia memorable; yo, platicando con el mismísimo Magú, dibujante a quien he leído desde hace más de 15 años, (junto con todos los otros moneros de la jornada). Luego me regaló su libro más reciente "La Noche Mala de los Guajolotes", con todo y dedicatoria.
Es así que el 13 de Diciembre de 2003, Zeta salió al mundo en el número 22 de la Jornada. En la imagen se puede ver el diséño y la tipografía que utilizaron para el nombre, el título y mi nombre.

14 de febrero o la canción del Hotel de los corazones rotos

¡Feliz día de San Valentín! Así dicen los anuncios, las postales, las tarjetas, los globos, y toda demás parafernalia comercial que nos invade por estas fechas. Sin embargo, la gente no es feliz. La gente, de hecho, es más que miserable. Aunque saben ocultar esa cara de tristeza, ese tufo a soledad tras los románticos regalos que se le obsequian a los amantes o los amigos.

¡Feliz 14 de febrero! Fuera tan simple como eso. La vida cotidian nos sube a un tren que nos lleva por laberínticos túneles tan oscuros como los del metro de la Ciudad de México. Entre apretujones, manoseos, arrimones, toqueteos, miradas obsenas, lascivas y encueradoras, así como en el metro, pasa el día del amor y la amistad. Y las muchachas siguen soñando que son princesas, que viven presas, que su malvada madrastra las odia, que las va adespertar su príncipe azul y se la va allevar a vivir a su castillo y les va a llenar de lujos y nunca más en la vida tendrán que preocuparse.

¡Patrañas!

Qué es el amor, nos seguimos preguntando. ¿Dónde se compra? ¿Cuánto cuesta? ¿Cuánto dura? ¿Acaso en un cabaret, un teibol o ya de perdida en una esquina?

Zeta busca el amor. Zeta tiene una idea de qué es eso. Zeta tiene corazón.

Ya continuaremos en otra ocasión el tema del amor.

Entre el crimen y el castigo

La historia de la civilización, han dicho muchos filósofos, sólo ha sido posible gracias a la comprensión humana del Bien y del Mal. La creación de reglas y normas han permitido la cohesión social y la vida en comunidad.
Sin embargo, en nuestra cultura, desde hace màs de dos mil años, el mundo se ha estancado en una noción fantasmagórica en la cual hay un premio o un castigo post-mortem a todas las acciones que uno realiza en vida.
Los seres humanos no quieren aceptar el hecho de que mueren; mucho menos aceptan la posibilidad de que no hay más allá.
Sin embargo, viven absortos en una dinámica que restringe su vida: temen al castigo divino. Pero todo esto es un mito, muy sádico por cierto, en el cual nos hacen sentir culpables de nuestros actos y al ser culpables, estamos condenados a las llamas "eternas" por ser pecadores.
Aquello que llamamos libertad debe estar, como dijo Nietzsche, más allá del bien y del mal.

Más sobre la muerte

La muerte puede llegar por muy diversas razones, pero la muerte de Dios es la que marca nuestra época.

De los temas recurrentes

Entre los temas filosóficos que más apasionan a Zeta está el de la muerte. Quizás sea por el misterio que envuelve, quizás por no tener otra cosa en que pensar. De cualquier forma, la angustia, la curiosidad y los mitos al rededor le han llevado a varias conclusiones:

Vida sólo hay una.
Aunque se da principalmente en el pensamiento religioso, la filosofía ha tenido también la osada idea de afirmar que es posible que hayamos tenido vidas previas a la actual, que haya vidas posteriores a la actual o que a partir de la separación del cuerpo, nuestra alma se dirige a otro lugar, a otro plano de existencia en donde nuestras acciones son recompensadas o castigadas.
Sin embargo, a pesar de las muchas especulaciones, los muchos razonamientos y silogismos que se puedan hacer, la última respuesta es, no podemos estar seguros de que esas ilusiones sean reales. Todas esas explicaciones forman parte de una "necesidad" humana de tranquilidad, de un sueño de permanencia.
A partir de la experiencia sólo podemos decir que esta es la única vida de la que estamos seguros. todo lo demás son expectativas producto del temor irracional.
Los muertos no regresan de ultratumba. Nadie que viva en el siglo XXI fue Faraón de Egipto.
Hay que aceptar aquello que las evidencias nos muestran: La muerte nos llega a todos, por eso hay que disfrutar la vida.

Seguiremos comentando los temas y las diversas reflexiones al rededor de ellos.