martes, enero 31, 2006

Presentando a Zeta



Zeta, el último de los hombres, es el producto de la decadencia de este mundo moderno. Nietzsche habla de ellos como "la gente que tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche." La filosofía que trae Zaratustra al proclamar la muerte de dios (sic), no implica necesariamente la trascendencia del Hombre en la tierra; es decir, que el ser humano se quede sin fundamento no lo impulsa a ir más allá de sí mismo en la figura del Superhombre. De hecho, Nietzsche cree que lo más probable es que el hombre se instale en una mediocridad despreciable.
El monito Zeta es un puente; un camino; un espejo desde dónde poder ver aquello que somos y todo lo que hacemos o dejamos de hacer. Es un termómetro del espíritu personal en estos tiempos carentes de valores absolutos y sin embargo, en busca del sentido de uno mismo.
Lo mismo el abismo que la tumba. Igual la soledad que la locura. Zeta se pregunta, reflexiona, cuestiona, busca respuestas y encuentra una pista que se le escapa entre las manos como agua entre las olas.
Las ideas están ahí. Se ponen sobre la mesa. Incomodan. En ocasiones incluso apestan. Tienen ese tufillo que nos recuerda nuestra finitud y que quizás nos haga mover un dedo en pos de nosotros mismos, de aquello que queremos.
He aquí Zeta para masticarlo y con tiempo digerirlo. De otra forma, El último de los hombres seguira reinando en este mundo frívolo y vacío.
Eras.
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